viernes, 20 de agosto de 2010

LA HUMANIDAD Y LA NATURALEZA (3)

LA HUMANIDAD Y LA NATURALEZA(3)
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL:
LA HUMANIDAD DEJA DE LADO SU CONDICIÓN NATURAL

(Continuación de:  http://blog-de-mag-ambiental.blogspot.com.ar/2010/08/la-humanidad-y-la-naturaleza-2.html)
El cúmulo de conocimientos, en su mayoría empíricos, atesorados desde sus orígenes por los humanos, constituyen la base cuantitativa que gracias a la invención de la máquina de vapor, le permitieron dar ese trascendental salto cualitativo posteriormente llamado REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.
Ese salto cualitativo tuvo su mayor expresión en la gran disponibilidad energética móvil (posible de ser llevada lejos de las fuentes de energía) que significaba el motor de vapor y fue decisivo tanto en la posterior evolución económica y social (surgimiento y desarrollo del capitalismo por sobre el feudalismo imperante hasta ese entonces), como en la evolución del estado colectivo de conciencia que regía las relaciones de la humanidad para con la naturaleza.
A partir de allí, la humanidad tuvo capacidad potencial como para influir significativamente sobre la naturaleza. Crecía la avidez de materias primas naturales de las nuevas industrias, al ritmo de la creciente necesidad de productos elaborados por parte de la sociedad en su conjunto. De ese modo los recursos naturales, tanto renovables como no renovables, sufrieron el impacto de esas demandas.
El artesanado previo, máximo elaborador de materias primas antes de la Revolución Industrial, solo podía hacerlo al ritmo de sus músculos, o de la energía de alguna rueda hidráulica, o eólica. Tal ritmo armonizaba con la autorrecuperación natural de los ambientes. Por otra parte, el estado colectivo de conciencia forjado milenio a milenio, hacia que la humanidad respetase a la naturaleza y que hasta le temiese, o le adorase.
Pero este enorme salto cualitativo dado en lo energético, significó PODER en todos sus aspectos. y La creciente acumulación de poder culminó rápidamente como otro salto cualitativo: en este caso en el estado colectivo de conciencia. Aquélla armonía primigenia con la naturaleza, en principio fue trocada en indiferencia y luego, en no pocos casos, hasta se convertió en desprecio. El progresivo sentimiento de superioridad que la humanidad se forjó con sus obras y logros cada vez mayores, hizo que surgiera ese dualismo que prima hoy en día: humanidad por un lado, naturaleza por otro.
Posteriores desarrollos técnicos y científicos en el ámbito energético, tales como el motor de combustión interna, la transmisión de la electricidad a grandes distancias y la producción de electricidad en gran escala en centrales térmicas convencionales primero, luego en centrales hidráulicas y por último en centrales térmicas de fisión nuclear, trajeron aparejada una enorme versatilidad en la disponibilidad energética.
Con tal versatilidad energética, la humanidad pudo moverse con mayor velocidad y con mayor intensidad, en pos de recursos naturales. Pudo penetrar más profundo en la corteza terrestre en busca de minerales; pudo sumergirse más profundo y por más tiempo en los mares (en la mayoría de los casos, con fines bélicos); pudo elevarse en la atmósfera hasta escapar de ella y pudo someter a su libre albedrío a una biosfera tan indefensa como incomprendida.
Los avances tecnológicos, en su mayoría impulsados por la creciente posibilidad de lucro que estos permitían obtener a partir de la elaboración masiva de recursos naturales, se tradujeron en una presión descontrolada sobre estos últimos. Lamentablemente y hasta entrado este siglo, las ciencias naturales no contaron con una fuente impulsora semejante y en general marcaron a la zaga de esas fuerzas que literalmente saqueaban puntualmente la naturaleza.
Continua...
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